
Los monjes cartujos viven en completo silencio. Con el fin de recrear su contemplativa existencia, el director alemán Philip Gröning decidió que lo mejor sería convivir durante el rodaje con ellos, en una pequeña celda del monasterio de 'Grande Chartreuse' en medio de los Alpes franceses. Gröning ha confeccionado un austero documental en el que no tienen cabida ni entrevistas ni comentarios en 'off.' Son casi tres horas de metraje, dominadas por un ominoso silencio sólo roto por los cánticos de los rezos, que han servido a esta modesta producción para hacerse, entre otros galardones, con el Gran Premio del Jurado en Sundance.
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